Francisco Hernández Marzal es el autor de tres sesiones fotográficas en las que ha recreado escenas de ensueño y fantasía con vestidos de La Bohème 1994. La colaboración surgió a partir de la admiración del fotógrafo a los escaparates de La Bohème. «Me llamaban mucho la atención las composiciones visuales de la tienda y a partir de ahí comencé a fijarme en los vestidos, no entiendo de costura pero sé diferenciar si algo está bien hecho, así que cuando tuve idea de hacer fotos en Valencia me puse en contacto con ellos.», afirma.

¿El resultado? Una colaboración fructífera que se ha plasmado en imágenes cautivadoras con una atmósfera de cuento.

Un romántico homenaje a la música

La sesión más reciente tuvo lugar hace unos semanas en el paraje natural de Alzira de La Murta. Un bello paisaje en el que el fotógrafo quiso retratar a la joven soprano Aurora Peña como parte de una serie en la que ha homenajeado a músicos. Para esta escena, utilizó una tela para crear un efecto pictórico, enseñanza del gran fotógrafo Eugenio Recuenco. «Para el vestuario, me puse en contacto con La Bohème 1994 y les pedí un vestido en tonos pastel y acertaron del todo. Tiene como manchas de acuarela y era perfecto», indica.

El diseño, rosa, con una falda larga y volátil y un cuerpo ceñido adornado con incrustaciones, se adaptaba perfectamente a la pretensión de simular un cuadro.

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 La vida secreta de los tejados

Esta sesión surge de la idea de fotografiar los tejados. «Llevaba días fijándome en los edificios más altos de Valencia, buscando el sitio perfecto para hacer las fotos. Suelo fijarme cuando paseo porque la gente se olvida, va mirando al suelo o al móvil. Decidí que había una cúpula perfecta en la plaza de la Reina de Valecia, pedí permiso y me lo dieron», asegura.

Tras un trabajo marcado por las medidas de seguridad -hubo que poner arneses a la modelo, explica Francisco-, el resultado no podía ser más espectacular, al que contribuye el vaporoso vestido de La Bohème 1994.

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La ceremonia del té y las grullas vivientes

Un vestido blanco con forma de kimono de La Bohème inspiró una ceremonia del té muy especial. La composición de esta escena incluye un tatami, que les cedió para el trabajo un centro de cultura nipona de Valencia, grullas de origami, que simbolizan la longevidad en Japón y un galeón español, además de los dos personajes: el caballero Don Román -personaje recurrente en algunos de los trabajos del fotógrafo, interpretado por Roberto Marquino- y su esposa Lisa Kobayashi.»Quería simbolizar un encuentro de culturas en la antigüedad», dice.

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